La violencia la pone el sistema, ctm...!!
de Ricardo Candia Cares, el El Viernes, 10 de agosto de 2012 a la(s) 11:05 ·
El
régimen se ha anotado un punto. Vea cómo se alzan voces hablando de
errores, malos diseños, ansiedad, mala articulación y contexto erróneos.
Al
ver las humaredas muchos se convencieron que la violencia la ponen los
estudiantes y no un sistema que apela como respuesta y método de
solución de los conflictos a las peores represiones desde los años
negros de la dictadura.
¿La violencia no viene desde la
marginalidad en que viven millones de chilenos, muchos de los cuales ven
en estas ocasiones la posibilidad de entregar su opinión política a
piedrazos contra las tropas verdes?
¿Acaso la violencia en
Temucuicui es de responsabilidad de los mapuches? ¿La que emerge en los
estadios, y la que viven los niños en las poblaciones tomadas por el
tráfico y la delincuencia, la ponen esos desagradecidos e
irresponsables?
La violencia es inherente al modelo y Gabriel Boric lo dice como deben decirse las cosas: con la verdad.
Los
estudiantes han cometido errores pero no el peor de todos: resignarse a
que los políticos indecentes de este país les resuelvan sus problemas.
Tampoco han cometido el error de confiar en autoridades signadas con el
estigma de haber sostenido un régimen culpable de feroces matanzas, de
torturas a centenares de miles de compatriotas, y responsables de
condenar a la pobreza perpetua a millones.
Los
estudiantes, en efecto, debieron haber conducido a sus huestes a
combatir en el terreno del enemigo. Debieron haber entendido que la
lucha política que se verifica en las elecciones es también un
escenario, y sigue siéndolo, en disputa.
Las encuestas
indican la caída inevitable de los políticos, los partidos y el sistema.
Justo la oportunidad para que los estudiantes hubiesen extendido sus
movilizaciones a la boleta en el cual se pone el voto. Haber llevado la
lucha al terreno de ellos
Veamos qué está pasando con
Josefa Errázuriz en Providencia. Cómo una dirigente social apoyada por
estudiantes, padres y apoderados se atrevió a desafiar a los políticos
de la machina y veamos cómo les ganó. Y como con su triunfo abrió en
Providencia, enclave de suyo significativo por ser casi de propiedad de
un torturador encubierto, una risueña expectativa y se alza como una
carta, sino con certeza total de triunfo, por lo menos como un ejemplo
de los mejores.
Los estudiantes deben asumir
consecuentemente su movimiento como político y enfrentar al poder allí
donde se genera. Quienes sostienen el modelo que se ha demostrado como
el responsable de la postración de millones, han usado las votaciones
para su reproducción, al salvo de los inconvenientes que traen los
invitados de piedra.
Hoy resulta que muchos acusan a Boric
de cometer el error de decir la verdad, de no parapetarse en lo
políticamente correcto, que es el otro nombre que usa la mentira en
nuestro país.
Lo mismo sucedía en los peores días de la
dictadura cuando algunos se enfrentaron al tirano volando torres de alta
tensión, recuperando medios para la auto defensa del pueblo, o
emboscándolo a tiro limpio. Aquellos cobardes que nunca fueron capaces
de otra cosa que acomodarse, salieron condenando la violencia viniera de
donde viniera, como si se pudiera hacer un paralelo entre la que pone
el Estado contra millones indefensos, con la que emerge legítima y
necesaria de un pueblo hastiado de abusos.
Queda claro que
tres buses quemados han logrado achicharrar de paso a muchos que de
verdad creen que la violencia se origina en los estudiantes desbocados
cuyos dirigentes perdieron el control. Más allá de que por los efectos
que ha tenido ese sistema de locomoción colectiva en la gente, deberían
quemarse todos, está por verse quien tiró el primer fósforo.
Si,
los estudiantes deben definir mejor su táctica. Sobre todo, cuidarse de
aquellos que ven en la decisión de pelea una razón para arratonarse y
coincidir con las autoridades en que no son los métodos, no son las
formas y que lo mejor es situar la discusión en los algodonados sillones
del Congreso.
Ahí todo es paz.
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