Fernando Quilodrán
Ninguna novedad, es cierto, pero bastante más claridad. Las recientes declaraciones del futuro presidente de la República a un programa televisivo de amplia cobertura internacional, despejan cualquiera duda: sí, el gobierno de Piñera va a ser muy activo en sus relaciones internacionales y un eje de su línea estará constituido por una activa militancia contra los gobiernos y movimientos progresistas de América Latina.
En la mira de Piñera, y de su Canciller-Empresario, estarán Cuba y Venezuela. Cuba, porque “pienso que Cuba no es una democracia, y también pienso que en Cuba no se respetan los derechos humanos”. Y agrega el que fuera generalísimo de la campaña del continuismo pinochetista, la de Hernán Büchi: “Aspiro como presidente a hacer todo lo mejor para que la Carta y el mandato de la OEA de defender la democracia y los derechos humanos sea más eficaz”.
Buena esa preocupación por la democracia y los derechos humanos. ¿Valdrá también para los chilenos? ¿De eso les habló a los representantes de “la familia militar” cuando les fue a pedir sus votos en la elección presidencial?
Ninguna palabra sobre el bloqueo de ya 50 años a Cuba, impuesto por Estados Unidos con efectos que van más allá de su propia jurisdicción territorial.
“No interferiré en los conflictos internos de otros países del continente”, declara, a pesar de lo cual anuncia sin ambages que de visitar Cuba, lo que no descarta, se reuniría con “la disidencia”. Curiosa forma de practicar la no injerencia en los asuntos de otros países.
Respecto a Venezuela, otro de los objetivos en su mira, el presidente electo estuvo algo más cauteloso. Tal vez su mayor discreción respecto al gobierno de Hugo Chávez esté influida por su condición de propietario de un canal de televisión. Como se sabe, uno de los “caballos de batalla” de los que atacan al régimen bolivariano es lo que califican desde la derecha como “faltas” a la libertad de prensa. Prudencia obliga…
Y es que resultará difícil para la próxima administración conjugar su doble condición de equipo de gobierno y estado mayor empresarial. De hecho, la designación de un empresario “hábil negociador” de inversiones en el exterior como ministro de Relaciones Exteriores, constituye una señal por lo menos confusa en cuanto a las orientaciones de su política exterior, y en particular hacia los países de América Latina.
De lo que no hay por qué dudar es de sus preferencias. Si hubiera que hacer un ranking de sus prioridades “amistosas”, ése lo encabezaría Estados Unidos, y en América Latina gobiernos como los de Colombia, México y Perú. Ello, aun cuando la difícil vecindad con éste último le planteará problemas que no se resolverán por la sola adscripción compartida por el neoliberalismo y las posturas más reaccionarias en materia internacional.
Las preguntas que es legítimo, y hasta urgente, formularse son varias. Por ejemplo, ¿qué ocurrirá con las relaciones chileno-bolivianas? ¿Piensa Piñera que en Bolivia no se dan las condiciones para estimar “democrático” al gobierno de Evo Morales? ¿Tendrá algo que objetar hacia un país que tiene una Constitución Política surgida de una Asamblea Constituyente y aprobada en un referéndum con una participación del 90,24% de los habilitados para sufragar, y que la aprobó por un 61,43% de los votos? Todo ello, mientras el próximo presidente fue el único de los 4 candidatos en diciembre pasado que no se pronunció por una Constitución Política distinta en su formación y contenidos a la dictada fraudulentamente por la dictadura de Pinochet.
Al promulgar la nueva Carta Fundamental, el presidente Evo Morales expresó: "En este día histórico proclamo promulgada la nueva constitución política del Estado boliviano, la vigencia del estado plurinacional unitario, social y, económicamente, el socialismo comunitario".
¿Estará, más temprano que tarde, ese estado plurinacional en la mira del Canciller-Empresario, en particular cuando las demandas de nuestros pueblos originarios lleguen hasta sus oídos y deba dar cuenta a la comunidad nacional e internacional del trato que les da su gobierno?
(*) Fernando Quilodrán: Periodista, novelista, cuentista y poeta chileno (última publicación es “Averiguación del Tiempo”), varias veces Presidente de la Sociedad de Escritores de Chile, Director de semanario El Siglo.
En la mira de Piñera, y de su Canciller-Empresario, estarán Cuba y Venezuela. Cuba, porque “pienso que Cuba no es una democracia, y también pienso que en Cuba no se respetan los derechos humanos”. Y agrega el que fuera generalísimo de la campaña del continuismo pinochetista, la de Hernán Büchi: “Aspiro como presidente a hacer todo lo mejor para que la Carta y el mandato de la OEA de defender la democracia y los derechos humanos sea más eficaz”.
Buena esa preocupación por la democracia y los derechos humanos. ¿Valdrá también para los chilenos? ¿De eso les habló a los representantes de “la familia militar” cuando les fue a pedir sus votos en la elección presidencial?
Ninguna palabra sobre el bloqueo de ya 50 años a Cuba, impuesto por Estados Unidos con efectos que van más allá de su propia jurisdicción territorial.
“No interferiré en los conflictos internos de otros países del continente”, declara, a pesar de lo cual anuncia sin ambages que de visitar Cuba, lo que no descarta, se reuniría con “la disidencia”. Curiosa forma de practicar la no injerencia en los asuntos de otros países.
Respecto a Venezuela, otro de los objetivos en su mira, el presidente electo estuvo algo más cauteloso. Tal vez su mayor discreción respecto al gobierno de Hugo Chávez esté influida por su condición de propietario de un canal de televisión. Como se sabe, uno de los “caballos de batalla” de los que atacan al régimen bolivariano es lo que califican desde la derecha como “faltas” a la libertad de prensa. Prudencia obliga…
Y es que resultará difícil para la próxima administración conjugar su doble condición de equipo de gobierno y estado mayor empresarial. De hecho, la designación de un empresario “hábil negociador” de inversiones en el exterior como ministro de Relaciones Exteriores, constituye una señal por lo menos confusa en cuanto a las orientaciones de su política exterior, y en particular hacia los países de América Latina.
De lo que no hay por qué dudar es de sus preferencias. Si hubiera que hacer un ranking de sus prioridades “amistosas”, ése lo encabezaría Estados Unidos, y en América Latina gobiernos como los de Colombia, México y Perú. Ello, aun cuando la difícil vecindad con éste último le planteará problemas que no se resolverán por la sola adscripción compartida por el neoliberalismo y las posturas más reaccionarias en materia internacional.
Las preguntas que es legítimo, y hasta urgente, formularse son varias. Por ejemplo, ¿qué ocurrirá con las relaciones chileno-bolivianas? ¿Piensa Piñera que en Bolivia no se dan las condiciones para estimar “democrático” al gobierno de Evo Morales? ¿Tendrá algo que objetar hacia un país que tiene una Constitución Política surgida de una Asamblea Constituyente y aprobada en un referéndum con una participación del 90,24% de los habilitados para sufragar, y que la aprobó por un 61,43% de los votos? Todo ello, mientras el próximo presidente fue el único de los 4 candidatos en diciembre pasado que no se pronunció por una Constitución Política distinta en su formación y contenidos a la dictada fraudulentamente por la dictadura de Pinochet.
Al promulgar la nueva Carta Fundamental, el presidente Evo Morales expresó: "En este día histórico proclamo promulgada la nueva constitución política del Estado boliviano, la vigencia del estado plurinacional unitario, social y, económicamente, el socialismo comunitario".
¿Estará, más temprano que tarde, ese estado plurinacional en la mira del Canciller-Empresario, en particular cuando las demandas de nuestros pueblos originarios lleguen hasta sus oídos y deba dar cuenta a la comunidad nacional e internacional del trato que les da su gobierno?
(*) Fernando Quilodrán: Periodista, novelista, cuentista y poeta chileno (última publicación es “Averiguación del Tiempo”), varias veces Presidente de la Sociedad de Escritores de Chile, Director de semanario El Siglo.