martes, 22 de diciembre de 2009

Hasta cuando esperará el Pueblo



Elecciones 2009: En Chile perdieron los trabajadores y los pueblos.

1. En las elecciones presidenciales y parlamentarias del 13 de diciembre, de los más de 12 millones de chilenos y chilenas de más de 18 años, y, por tanto, habilitados para votar, sólo lo hicieron 7.221.888 de personas. Más de 8 millones están inscritos en los registros electorales, pero mucho más de un millón simplemente no acudieron a sus mesas de votación respectivas. 200 mil personas anularon el voto y más de 80 mil dejaron el sufragio en blanco. Es decir, un 45 % de los potenciales electores en edad de votar no lo hizo. La crisis de representatividad de la actual democracia tutelada que administra el país desde hace 20 años es un hecho incuestionable.
En el Chile actual, la concentración de la propiedad, por un lado, y la desigualdad en todos los planos, por otro, son los resultados que mejor caracterizan a los gobiernos de la Concertación. Ello se observa a través de la falta de oportunidades de la juventud popular, el incremento de la delincuencia y la drogadicción; el desempleo e inestabilidad laboral; en la pésima educación y salud dividida por capacidad de pago y sometida a la lógica mercantil del lucro. En suma, el país no se ha democratizado, y no hay avances en términos de progreso y justicia social.
2. El padrón electoral chileno no sólo está envejecido, sino que notifica invariablemente las relaciones de fuerza electoral originadas en los resultados del plebiscito de 1988, donde ganó el No contra la continuidad del pinochetismo.
3. Para nadie resultan desconocidas las distintas “almas” y tendencias que existen al interior de la Concertación. Hasta la victoria electoral de Bachelet lograron mantenerse atadas. Sin embargo, en las últimas elecciones se expresaron orgánica y diferenciadamente a través de tres candidatos provenientes de sus filas. Es altamente probable que los privilegios del poder los reúna en torno al candidato Eduardo Frei Ruiz Tagle, por medio de concesiones en la repartición de cargos y aspectos programáticos. Por lo menos tendrá que irse el presidente actual del Partido Socialista Camilo Escalona; e integrarse aspectos de la agenda social liberal del candidato Marco Enríquez-Ominami. La dirección del Partido Comunista ya obtuvo lo que buscaba: contar con presencia en el parlamento con los votos de la Concertación en tres distritos. En este sentido, en ningún caso se destruye el sistema binominal consagrado en la Constitución de la dictadura militar de 1980. Sólo ocurre que la Concertación se extiende moderadamente hacia la izquierda tradicional.
4. En la segunda vuelta del 17 de enero de 2010, los electores deberán enfrentar, en rigor, la disyuntiva entre la vieja derecha y la nueva derecha concertacionista, capitaneada por la Democracia Cristiana y ampliada hasta la dirección del Partido Comunista. Ambas fracciones del bloque en el poder –Alianza por Chile y Concertación- actúan como la casta política administradora de la estrategia imperialista y el capitalismo más salvaje. Lo cierto es que, bajo estas circunstancias, los grandes perdedores fueron los intereses de los trabajadores y los pueblos.
5. Más allá de los resultados electorales, de golpe, Chile se ha quedado sin la oposición política de una izquierda que presente una alternativa genuina y no capitalista para las grandes mayorías. Por tanto, esa oposición de izquierda hay que construirla con ímpetu, claridad programática, tácticas simbólicas y mediáticas que den cuenta del sentido común del pueblo trabajador. Al respecto, la renacionalización del cobre, la banca y los recursos naturales, la industrialización urgente, la defensa consecuente del medioambiente y la destrucción de toda forma de discriminación (de género, pueblos originarios, comportamiento sexual, migrantes) y creciente protagonismo popular en los destinos históricos del país son materiales centrales para enfrentar el período desde la izquierda anticapitalista frente a la hegemonía de las clases dominantes, la cultura de la resignación, los patrones y el miedo.
6. Que quede claro: en términos estratégicos, los tres candidatos provenientes de la Concertación representan el mantenimiento transitorio del actual estado de cosas, al igual que el candidato de la derecha tradicional, Sebastián Piñera. Desde abajo, las diferencias corresponden a matices que jamás tocan las estructuras de poder y clase que sostienen la desigualdad más oprobiosa, la explotación y la opresión. El candidato Arrate fue el facilitador para la ampliación de la Concertación hacia la dirección del Partido Comunista con la pretensión de consolidar las actuales formas de dominación y “gobernabilidad”; ME-O capitalizó el descontento generacional ante la vejez de las camarillas de los partidos políticos en el Ejecutivo desde hace 20 años, sin cuestionar sustantivamente su proyecto antipopular; y Frei garantizó la continuidad concertacionista. Nada ha variado considerablemente. Sin movimiento popular articulado, en lucha y conducción política emancipadora, el cuadro general permanecerá relativamente intacto. De allí emanan las tareas y las políticas de la izquierda anticapitalista en Chile. Con el llamado al Voto Nulo, el Movimiento de los Pueblos y los Trabajadores intenta aportar de manera significativa a la formación de un nuevo bloque de izquierda, propositivo programática y políticamente, y opositora al puñado de poderosos que hegemoniza las relaciones sociales descompensadas en el país a favor de los pocos privilegiados que mandan y sus representantes políticos aparentemente “distintos”.
7. El socialismo anticapitalista existente en Chile está mandatado política y éticamente a intensificar su actuación unitaria, su ampliación, su mensaje y sus luchas profusamente desde y con los trabajadores y los pueblos. No hay otra elección posible para las mujeres y los hombres dignos del país que buscan la edificación de una sociedad de iguales y libres.

MOVIMIENTO DE LOS PUEBLOS Y LOS TRABAJADORES
MPT – CHILE

Diciembre 14 de 2009

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